¿Qué piensan los científicos de las diferencias entre hombres y mujeres?
La cuestión de las diferencias entre hombres y mujeres obsesiona a gran número de investigadores desde tiempos remotos. Los científicos, a menudo, intentan demostrar que nacen de un determinismo biológico justificante de tal o cual rasgo característico y de las aptitudes con arreglo a cada sexo.
Se dice que los hombres tienen un mejor sentido de la orientación que las mujeres, y que las mujeres tienen una mejor capacidad de adaptación social que los hombres.
Diferencias biológicas entre hombres y mujeres
Las zonas del cerebro para la estimulación muscular que conciernen al dedo meñique son mucho más perfectas en el caso de un violinista que en el caso de un no violinista. Supongamos que escogen a violinistas hombres para compararlos con mujeres no violinistas. ¿Podríamos llegar a la conclusión objetiva que en el hombre meñique está más desarrollado en el hombre que en la mujer?
La realidad no es muy diferente. Denotamos así una voluntad de colocar aptitudes nacidas del individuo a la escala de un grupo, utilizando cifras sobre poblaciones limitadas.
La investigación sobre la comunicación de los hemisferios
En un artículo se ha demostrado que las comunicaciones entre ambos hemisferios del cerebro son más importantes entre las mujeres que entre los hombres, lo que les conferiría una mejor realización en las áreas del lenguaje.
Esta diferencia vendría de los axones, la materia blanca que une ambos hemisferios, y que es más numerosa en su caso. Esta interconexión se llama cuerpo calloso.
Es en 1982, los biólogos Christine Lacoste-Utamsing y Ralph Holloway comprobaron este estudio comparando una veintena de cerebros conservados en formol. Entre 1982 y 1994, los resultados fueron fuertemente controvertidos por la ausencia de toma de contexto en materia de edad, talla y peso de los cerebros. Por otro lado, otros ciento cincuenta estudios practicados por IRM entre 1997 y 2008, contradijeron su conclusión.
En 1995 un estudio por IRM a doce sujetos sacó la conclusión de que la mujer utiliza ambos hemisferios del cerebro para hablar, pero no el hombre. Sin embargo la recopilación de los resultados de los análisis entre 1995 y 2009, sobre dos mil sujetos, demostró que no existía ninguna diferencia significativa.
Estas conclusiones son consideradas válidas por gran número de profesionales.
Sabemos también, por ejemplo, que los resultados de pruebas en laberinto para la evaluación de desplazamientos en el espacio, dependen de la forma del laberinto.
Hay dos elementos de respuesta:
– La pertinencia de los estudios enfrente del individuo sometido a test.
– La toma en consideración del contexto en los estudios.
Las mujeres: ¿un cerebro más pequeño?
Vayamos más lejos y miremos un poco el cerebro humano antes del nacimiento. Quién sabe, posiblemente encontremos diferencias fundamentales.
En realidad, la única diferencia notable se encuentra en el hipotálamo debido a la producción de hormonas relativas a los testículos y a los ovarios que generan una estimulación neuronal entre las chicas, provocando la ovulación.
No hay ninguna diferencia en las zonas de las funciones cognitivas, no más que en las áreas que conciernen a sentidos como la vista o el oído.
Sabemos, en cambio, que el cerebro de una mujer es más pequeño que el del hombre, lo que justificaría la diferencia de cantidad de materia gris / blanca, lo que indirectamente influye en los actos que se realizan.
En el siglo diecinueve, De Broca indica en los hombres un peso medio de 1350 gramos y 1200 gramos en las mujeres. Sacará la conclusión siguiente:
“Está permitido suponer que el menor tamaño del cerebro de la mujer le concede inferioridad física e inferioridad intelectual”.
El cerebro de Einstein pesó 1250 gramos, el de Cuvier 1880 gramos. Es, pues, improbable que el peso del cerebro intervenga en las facultades intelectuales.
Diferencias cerebrales entre hombres y mujeres
El cerebro humano ha estado considerado como un órgano más o menos inmutable desde que fue formado.
Concepto erróneo a la vista de los descubrimientos recientes en materia de neurociencia.
En realidad, las neuronas y las conexiones que permiten los influjos nerviosos evolucionan toda nuestra vida, con una actividad mayor durante la infancia y más despacio en la edad adulta.
De hecho, el 90 % de las sinapsis son fabricadas después del nacimiento.
Por otra parte, gracias a la plasticidad del cerebro nos hallamos en situación de adquirir, mantener, mejorar o hacer retroceder nuestras realizaciones en actividades diversas (como el violín). Es William James quien lo evoca por primera vez en 1890, y Santiago Ramón y Cajal en 1906 quien lo habilita definitivamente.
Un ejemplo, la corteza visual del malabarista es más maciza que la de una persona el que no hace malabarismos (quien no utiliza la vista en exceso). Así, un estudio prueba que el área visual aumenta en los sujetos que se entrenan para hacer malabarismos, con relación a los que no.
De hecho, nuestro entorno, nuestras experiencias construyen nuestro cerebro. Nada está hecho. Este descubrimiento permite integrar nuevos elementos en el misterio de las diferencias entre hombres y mujeres. Elementos que se revelan mucho más convincentes que el determinismo biológico.
Sociedades, costumbres
Sabemos, por estudios científicos, que no hay una diferencia biológica entre hombres y mujeres aunque, también, sabemos que las diferencias existen. Sabemos que nuestro cerebro posee facultades de adaptación extraordinarias.
Finalmente, todo esto podría ser fruto de las construcciones sociales. Sabemos que los niños se comporten como individuos sexuados sólo a partir de dos o tres años de edad.
No hay fenómeno de imitación en los seres del mismo sexo.
En realidad, las imitaciones parecen dirigidas hacia individuos que mantienen el poder, como indicó Gaid Maner Idrissi, profesor en sociología.
¿Qué juguetes le ofrecerías a un chico o una chica desde su más tiernas infancia? Plantéate la cuestión.
Investigadores intentaron responder a esto realizando un estudio. Tomaron sujetos, chicos y chicas. Vistieron a los chicos de rosa, las chicas de azul y cambiaron sus nombres. Los adultos debían distribuir juguetes a los niños. Los juguetes con connotación femenina, mayoritariamente, se dieron a los chicos vestidos de rosa con nombre de chica, y a la inversa. Es el primer elemento educativo diferenciado según los sexos.
Más tarde vienen los criterios de belleza, el peso de los medios de comunicación sobre lo que define a un hombre o una mujer en su elemento (dependiendo de las costumbres de la sociedad en la cual él o ella evolucionan), la publicidad así como las normas de la sociedad, las corbatas para los chicos y las faldas para las chicas, actividades como los deportes colectivos destinados a los hombres y actividades de entrenamientos más sociales para las mujeres. Todo un montón de señales que definen una orientación de género que no tiene mucho que ver con esta ciencia dura que es la biología.